• En 1989 algunos doctores de la Universidad de Tufts seleccionaron un grupo de residentes de un hogar de ancianos y los pusieron en un programa de entrenamiento con sobre carga. Se podría pensar que el hecho de acercarse de repente al ejercicio físico llevaría a una fatiga extrema o aun a matar a personas tan frágiles, pero lo aguantaron. Al cabo de ocho se manas los músculos gastados se habían recuperado un 300 por ciento, la coordinación y el equilibrio habían aumentado y sobre todo recuperaron el placer de la actividad física.
• La novedosa experiencia fue repetida por la doctora María Fiatarone, del Centro de Rehabilitación y Prevención del Envejecimiento, en Boston. Allí se tomó a 20 pacientes (12 mujeres y 8 hombres) de edades que rondaban los 86 a 96 años de edad con hábitos extremadamente sedentarios, for mas de alimentación inadecuada y varias incapacidades físicas como por ejemplo la artritis. Estos pacientes completaron un programa de ejercicios de 2 meses en 3 sesiones semanales que consistía en un plan progresivo de entrenamiento de la fuerza muscular. El plan incluía el trabajo de los cuádriceps, isquioti-biales y aductores a través de diferentes ejercicios. Los resulta dos fueron sorprendentes. Después del programa los partici pantes habían aumentado su fuerza muscular en un promedio de 174 por ciento y su velocidad de reacción un 48 por cien to. Luego se los dejó 4 semanas sin entrenamiento. Al cabo de este tiempo se comprobó que la fuerza máxima muscular ha bía disminuido un 32 por ciento. La conclusión del estudio fue que parte de la debilidad muscular atribuida al envejeci miento, ya que se trataba de gente de más de 85 años, puede verse modificada a través del ejercicio.