Como ya hemos visto, los radicales libres son formas de oxígeno que, una vez dentro del cuerpo, se transforman en moléculas de alto poder oxidante. Así se explica por qué los radicales libres están implicados en la aparición de muchas enfermedades y en el envejecimiento precoz de la piel, cu yas células sufren la acción de estos perjudiciales compues tos del oxígeno. Dos de los principales contaminantes at mosféricos, como el ozono y el bióxido de nitrógeno, pro venientes del humo de los motores y del cigarrillo, reac cionan ante las grasas corporales acrecentando la produc ción de radicales libres. Y hasta una dieta rica en grasas o en alimentos tratados con conservantes aumenta la canti dad de estas moléculas en nuestro cuerpo.
Para saber cómo funciona el sistema de depuración de nuestro organismo, es necesario saber que los radicales libres están contrabalanceados en los distintos sistemas del cuerpo por un conjunto de otras sustancias -llamadas an tioxidantes- que los neutralizan. Algunas de esas sustancias son vitaminas, otras son minerales y un tercer grupo está formado por otro tipo de compuestos químicos. Algunos antioxidantes son fabricados por nuestro organismo -el gluthation, por ejemplo- mientras que otros deben ser incor porados con la nutrición diaria.
La acción de estos compuestos se concentra especialmente en la des intoxicación y nutrición de nuestro or ganismo. El problema radica en que, por día -y los fumado res sobre todo- se incorporan tanta cantidad de radicales li bres que el cuerpo no tiene capacidad de respuesta para limpiarlos a todos. La mejor solución, entonces, es incorpo rar al organismo una dotación extra de eficaces antioxidan tes que ayuden a terminar la tarea de limpieza.
Siempre escuchamos hablar de los beneficios de las vitaminas pero e^ realidad son muy pocos los que saben to do sobre ellas. Se las define como sustancias necesarias pa ra la vida, presentes en muy pequeñas cantidades en los alimentos. Sin embargo, las diferentes vitaminas trabajan sobre nuestro organismo en distintas formas. Algunas parti cipan en la conversión de hidratos de carbono, grasas y proteínas en energía. Otras, en cambio, poseen amplias funciones fisiológicas, como absorber el calcio o el hierro para mejorar la resistencia a las infecciones. Pero, a pesar de estas diferencias, lo que tienen en común es que son sus tancias orgánicas, que no tienen ningún rol energético (dejando de lado a los ácidos grasos), pero sí cumplen una función fundamental como elementos que participan en Sis reacciones bioquímicas del organismo.
Las vitaminas son designadas por una letra, a la que a veces se agrega un número. También pueden ser recono cidas por su nombre químico y en ocasiones, las designa ciones cambian. Todas las vitaminas son esenciales para la salud. Mientras que algunas, como ya hemos dicho, nos previenen de infecciones o ponen una barrera a los años, otras se encargan de fortalecer nuestro esqueleto o apunta lar nuestra energía. Así, el organismo está protegido desde todos los flancos por estas sustancias tan valiosas, que sue len anidar en el corazón de una manzana o la pulpa sabrosa de una naranja. Así como ninguna puede faltar, ninguna debe estar presente en forma excesiva.
Las vitaminas se descubrieron por su carencia y no por su presencia. ¿Cómo es esto? Muy simple. En tiempos
pasados, pocos médicos reconocían la relación existente entre las costumbres alimentarias y la frecuencia de algunas enfermedades. En el siglo VII se describió el beriberi (en fermedad causada por falta de vitamina Bl) y en el siglo XIII, el escorbuto (enfermedad provocada por deficiencia de vitamina C), pero sólo hasta mucho tiempo después se recomendó la ingestión de algunos alimentos como medida preventiva de estas afecciones. Así, las primeras vitaminas se descubrieron como factores accesorios que aportaban los alimentos y que podían ser curativos para enfermedades ca renciales.
Si hiciéramos un certamen etttre las diversas vitami nas para saber cuál de ellas es la mejor, ninguna se llevaría la medalla de oro; todas son indispensables. En cambio, si quisiéramos medir su popularidad, entonces sí, habría una que arrasaría con todos los galardones: la vitamina C.
Hablar acerca de la importáftcia de los minerales probablemente suene reiterativo, en virtud de que el tema ha sido abordado por numerosos autores en más de una oportunidad. Sin embargo, no está mal recordar que depen demos de muchos de ellos, en mayor o menor medida, para mantener un equilibrio fisiológico y fortalecer el organis mo. Algunos minerales son utilizados por el ser humano en cantidades bastíante grandes y otros en pequeñas dosis. Es tos últimos no son tan importantes pero sin embargo inter vienen, de manera muy parecida a las vitaminas, en el fun cionamiento de ciertas enzimas y son conocidos con el nombre de oligoelementos, debido a su escasez (en griego, óligos significa poco).
Por lo general, son conocidas como oligoelementos aquellas sustancias químicas que se encuentran o actúan dentro de los tejidos vwos en concentraciones varias veces inferiores a las de los elementos principales típicos, como por ejemplo el calcio o el fósforo. En la actualidad, de acuerdo con un informe de la OMS, se considera que son indispensables para la vida animal los 14 oligoelementos siguientes: hierro, yodo, cobre, zinc, manganeso, cobalto, molibdeno, cromo, níquel, estaño, silicio, flúor, vanadio y selenio.
Empezaremos ahora por ver en detalle a cada uno de estos antioxidantes, para saber cómo funcionan.
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