En la oscuridad de los tiempos, cuando las formas de rida eran aún primitivas, la atmósfera terrestre carecía por completo de oxígeno y su componente fundamental era el ni trógeno. Hace dos mil quinientos millones de años aparecie-:: n los primeros vegetales que, a través de la fotosíntesis, de sarrollaron oxígeno en el planeta e iniciaron una progresiva nutación de la naturaleza. En el momento que la presencia de este elemento llegó al uno por ciento -en la actualidad alcan za el dieciocho por ciento-, muchas de las especies existentes aicumbieron al nuevo medio ambiente y otras debieron rea daptarse forzosamente. De ahí en adelante, todos los organis mos celulares fueron perfeccionando sus mecanismos de de fensa contra la toxicidad del oxígeno o, mejor dicho, contra las sustancias reactivas que éste genera, conocidas como radi cales libres.
Ahora bien, ¿qué son en realidad los radicales libres? Ni más ni menos que moléculas cuya característica principal es que uno de los electrones que gira en su órbita externa se encuentra desapareado, es decir, que perdió a su compañero. Esta condición vuelve a esas moléculas muy activas, ya que el electrón impar o solitario se ve en la imperiosa necesidad de encontrar una pareja para escapar de esa situación, que los científicos definen como atómicamente inestable. A raíz de esta circunstancia, los radicales libres reaccionan de forma in mediata con cualquier molécula que encuentran a su alrede dor y le sustraen un electrón, proceso conocido en química como oxidación. Mediante esta operación, la molécula en conflicto deja de ser un radical libre, pero le transmite esa condición a su vecina, que a su vez busca compensar su caren cia de electrones robándoselos a otras moléculas, lo que origi na una reacción en cadena (algo así como un efecto dominó) y modifica seriamente a las membranas celulares. Este tipo de situaciones se presentan por lo general en las moléculas de lí-pidos, uno de los platos favoritos de los radicales libres. El re sultado práctico de todo esto es que robando electrones a dies tra y siniestra, terminan por modificar o dañar los componen tes de las membranas celulares o de otras estructuras cuya in tegridad es indispensable no sólo para nuestra salud, sino también para nuestra estética personal. Debido a esta capaci dad destructiva, los radicales libres están considerados, actual mente, como los mayores responsables de la aparición de nu merosas enfermedades y hasta del proceso mismo del enveje cimiento, interno y externo, de los órganos y de la piel.
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